martes, noviembre 21, 2006

CRÓNICA DEL FESTIVAL II, por Conrado Domínguez

Ciclo Peter Maxwell Davies: The Medium y Miss Donnithornes’s Maggot + Eight Songs for a Mad King.

Desde mi primera crónica, han pasado muchos espectáculos por el Festival. Respecto al Ciclo Peter Maxwell Davies, ya hablé en mi anterior texto de Vesalii Icones, una obra que el actor y coreógrafo Ferran Carvajal supo poner en escena con mucho tino, junto con Álvaro Albiach al frente de la Barcelona 216.


Siguió The Medium, y aquí todo son palabras de elogio hacia esta cantante-actriz flamenca, llamada Els Mondalears, que entusiasmó al público. Sin ningún acompañamiento, actuando a palo seco, sólo con el gesto y la voz, consiguió un éxito rotundo. Los compositores que estaban entre el público no creían lo que estaban viendo: ¿pero de dónde ha salido esta maravilla?, parecían preguntarse y algunos de ellos se lo preguntaban realmente unos a otros, tan impresionados como estaban. Una cantante perfecta, decían, capaz de cantar en todos los registros, de entrar y salir de los personajes con una naturalidad tremenda y una fuerza inusitada, y, a la vez, una actriz redomada, que sabe hablar y callar… ¡La actriz-cantante del futuro!, clamaban otros, ansiosos de ver en los escenarios interpretaciones de este calibre.

Parecía muy sola en el escenario, pero en realidad estaba arropada por un eficiente equipo técnico y una dirección escénica de las que se toman su trabajo muy en serio, pues allí no había nada dejado a la improvisación. El público aplaudió con rabia, tal vez pensando por qué no podía haber más espectáculos como aquél, tan sencillo y tan bien hecho (y, por cierto, tan barato, según pude indagar entre bambalinas), de una factura impecable, y de un tan alto interés.

Luego vinieron en la Sala Polivalent del Auditori los dos monólogos de Peter Maxwell Davies. La verdad es que fue una gozada. Con el apoyo del Psaphha Ensemble, los dos cantantes Jane Manning y Kelvin Thomas dieron voz a Miss Donnithornes’s Maggot y a Eight Songs for a Mad King, respectivamente. Hubo un lleno bastante completo de esta magnífica sala, situada detrás de la nueva de cámara del Auditorio. Los dos veteranos cantantes hicieron una magistral interpretación, tanto vocal como actoral, de los locos y decadentes personajes maxwellianos, y el público los aplaudió con entusiasmo.

Fue una noche de las grandes, conscientes de hallarnos ante dos obras clásicas del siglo XX y dos cantantes míticos de las vanguardias europeas de los últimos veinte años. Por cierto, el director del Psaphha Ensemble, el percusionista Tim Williams, estuvo a punto de lesionarse gravemente al caerse de la ducha la misma mañana del concierto: con un profundo corte en el brazo y un tremendo golpe en la cabeza (rompió el plato de la ducha) tuvo que ser hospitalizado unas horas. El doctor le prohibió actuar por la noche. Menos mal que el músico británico se tomó el consejo medical con flema británica y no le hizo caso alguno, pues a las nueve en punto estaba al pie del cañón, o más bien, del tambor, ejecutando con el máximo rigor la feroz partitura del solitario compositor que habita en las islas Orkney.


Conferencia de Paul Griffiths y mesa redonda de directores y compositores en el SGAE.


Un capítulo aparte merece la conferencia dada por el especialista en la música de Peter Maxwell Davies, el profesor y crítico musical Paul Griffiths. Tuvo lugar en el pequeño auditorio del SGAE (Sociedad General de Autores y Editores) el lunes 6 de noviembre, ante una reducida audiencia (algunos compositores, tres o cuatro críticos musicales, un puñado de fieles seguidores del Festival y algunos espectadores interesados). Nunca las conferencias han sido mi fuerte, pero debo reconocer que la impartida por el señor Griffiths fue muy llevadera, ágil, interesante y presentada de un modo directo e informal, explicando lo esencial de la vida y la obra del músico británico. Duró unos cincuenta minutos y a todos se nos hizo corta. Encantados nos hubiéramos quedado más tiempo escuchando al especialista, y con este fin le fueron hechas algunas preguntas, para que se alargara en sus explicaciones. Finalmente vino la pausa y se pasó al encuentro anunciado de directores y compositores.

Ocuparon la mesa del Auditorio algunos de los protagonistas del Festival de este año: Claudio Zulián (de Acteón), Rosa Sánchez y Alain Baumann (de Konic), Toni Rumbau, que hizo de moderador, Josep Maria Mestres (director de Il piu bel nome) y Marc Rosich (autor y director de Alma). Se inició una charla sobre ópera en la que todos los presentes dijeron sus opiniones. Hubo algunas discusiones, muy civilizadas, y el acto sirvió para tener una visión de conjunto de la extraordinaria pluralidad estilística del Festival. Sí, los presentes comprendimos que hoy en día en la ópera cabe todo o casi todo. Por eso en algunos lugares prefieren hablar de “teatro musical”, una fórmula más idónea para según qué espectáculos que tienen música, teatro y voz no siempre demasiado “lírica”. Una fórmula difícil de importar aquí, dada las connotaciones “ligeras” que la expresión “teatro musical” tiene. Eso obliga a usar el término ópera con el correspondiente “fórcep semántico”. ¿Será ése el significado y la función de la palabra “butxaca”?...


ALMA, de Marc Rosich y Elisenda Carrasco.


En el salón llamado noble del FAD se presentó Alma, una nueva creación de Marc Rosich (dramaturgia y dirección) y Elisenda Carrasco (dirección musical), de la compañía La Trattoria Lírica, que da cobertura a los proyectos operísticos y musicales del tándem citado. Ya el año pasado presentaron “Últimes Cançons”, a partir de las canciones de Gustav Mahler. En esta ocasión, se repitió la fórmula con canciones de su viuda, Alma Mahler, y el equipo fue también el mismo, aunque algo más reducido: el pianista David Casanova, la veterana soprano Maria Dolors Aldea, la soprano niña Meritxell Argenté, y la actriz Cristina Gámiz.

El espectáculo, presentado en clave intimista, encontró en el lugar un escenario ideal, pues nada mejor para invocar la presencia y la voz de la “musa y viuda de las cuatro artes” que las viejas paredes de piedra del Convent dels Ángels. Tal era el objetivo del espectáculo, y fue en efecto una invocación de mucho impacto, pues las voces de las dos sopranos se enzarzaron mágicamente con los hilos trenzados de la música del piano, las luces y los objetos desparramados por el suelo del escenario. Y la presencia de Alma Mahler, representada por las dos cantantes y la actriz, surgió de las sombras oscuras del recuerdo evocadas por las tres voces.

El público gustó mucho de la obra y la compañía volvió a cosechar un éxito rotundo. Este cronista preguntó entre los espectadores y las opiniones fueron bastante unánimes: una delicia, un lujo escuchar las canciones, un mágico ritual, un encuentro lleno de poesía y misterio… Pocos críticos se vieron en la sala: al no ser una ópera sino un concierto escenificado, muchos pensaron que no tocaba. Sin embargo, aun sin ser una ópera, tampoco fue un simple concierto: Alma va más allá del recital y entra de lleno en el teatro y en el rito musical. Un goce y un regalo para los que gustan de manjares exquisitos de los que se hacen en casa y con las manos. Artesanía poética, pues, de altos vuelos líricos y caseros.

La voz de la niña Meritxell Argenté, alumna de Elisenda Carrasco, fue uno de los misterios del espectáculo. ¿De dónde la saca? ¿Es un ángel encarnado? ¿Se convertirá en una soprano de armas tomar? Todo apunta a que sí. El otro es el oficio de Maria Dolors Aldea, capaz de decir y cantar el lieder con una gran maestría y una voz potente y profunda. El pianista gozó también de muy buenas opiniones entre el público, por el sutil acompañamiento a las cantantes y por el interludio musical que interpreta con gran dominio del instrumento en medio de la obra, con un fragmento de Tristan e Isolda de Wagner.

Respecto a la actriz Cristina Gámiz, destacó por su atractiva elegancia y por su porte moderno y airoso. Su vestido (unos pantalones negros muy al día y una insinuante camisa roja algo corta de cintura) recibió muchos elogios, a diferencia del de los demás intérpretes, que no gustó a todo el mundo por un igual. Hubo aquí pues diferencias de opinión, a modo de chismorreos que pude escuchar en el foyer al acabar el espectáculo. Lo que confirma el éxito de Alma, que interesó al público en grado sumo y según aspectos muy diferentes.

4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Molt bé , una combinació màgica que esperem que es torni a repetir

noviembre 23, 2006 8:34 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Espectacular! una experiència única que ens hagués agradat que es fés més dies..increíble la intèrpret i la posada en escena, tan minimalista.

una asidua

noviembre 23, 2006 11:36 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Parece ser q maritxell argente es un angel encarnado,ustedes lo creen?
yo creo q si enviadme respuestas cuando antes

saludos una amiga de meritxell

maria
XXX

noviembre 06, 2007 9:54 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Yo tambien lo creo. Esperamos verla dentro de poco, cantando como solista.

abril 19, 2009 1:57 p. m.  

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